Pero: en estos aglutinamientos, en general juveniles, existen normas y reglas de conducta, tan rígidas y a veces tan almidonadas como a las que reaccionan.
Así refrendan el sentido de pertencia a través de una serie de expresiones comunes, como determinada vestimenta, determinado lenguaje, determinada cosmovisión. El pertenecer siempre tiene ventajas.
Ahora, las normas de conducta no son sólo externas, pues adoptan también órdenes jerárquicos, autoridades con distinto basamento dependiendo del tipo de tribu que se trate.
Suele decirse que son una reacción a la globalización, pues el "distingo" (en oposición a la uniformidad del mundo moderno) es su leitmotive.
Los carcamanes crónicos los critican por utilizar los mismos métodos de orden social que ellos.
Los tribalistas intentan subvertir el orden social.
Los carcamanes crónicos luego de estudiarlos, los "degluten", y les permiten una subversión controlada, que agota lo reaccionario de las tribus en "consumismo distintivo".
Suena lógico, los carcamanes crónicos manejan con holgura el espíritu gregario, son los que inventaron el contrato social. Y si no me creen pregúntenle a Rousseau.